10 dic 2013

Taquilla 14 (2)







Cayó sobre “ The broken tower “de la forma más casual, es más, sin tan siquiera saber que el director y protagonista de la película era James Franco. Se sentó al ordenador y comenzó a verla. Iba de un poeta de los años treinta homosexual y atormentado por un padre intransigente que le obligaba a cargar sacos de cemento. Hart Crane lo dejó todo y probó suerte en Nueva York, cuna en aquellos tiempos del jazz y de los primeros rascacielos…- El resto de la película le entusiasmó. Se ratificó en la idea de que no importa la época en la que sucedan las cosas, el Artista siempre actúa de la misma manera. Se sintió identificado con la necesidad de expresar, de transmitir aquello que llevaba dentro y que sus circunstancias personales no le dejaban desarrollar como él quería.

Desde que comenzó la crisis hace ya varios años, Z se sentía acorralado por un trabajo monótono y una rutina familiar insoportable. Es más, a ¿quién podía él contarle en los días que corren, con casi cinco millones de parados, que su trabajo le agobiaba? ¿Quién podría comprender que quisiera dejarlo todo para dedicarse nada más y nada menos que a la poesía? Pero, a ¿quién le importa hoy en día la poesía?, le decía C. que era la única que conocía parte de sus secretos… Estaba harta de verle la cara larga a la hora de comer y por la noche en el sofá… Siempre inexpresivo, como ausente y con la mirada lejana, metido en su mundo de abstracciones y metáforas.

De todas formas, ella no comprendía bien esa faceta de su marido, esa pasión que parecía devorarle, esa  amante que le importaba bastante más que ella misma, aunque eso ya le daba igual… la pasión primera llevaba tiempo llamándose indiferencia.  Estaba claro que aguantaban por su hija, la pequeña L. que aún no era consciente de las crudezas de la vida adulta, y que ni de lejos se imaginaba los vaivenes mentales de sus padres. Era creativa, parlanchina, una niña chispa de ojos azules. Nadie sabía muy bien a quién le había salido porque los de su alrededor eran bastante aburridos y ensimismados, como no fuera a su abuela materna, decían algunos, que era un torbellino…

Lo cierto es que Z. solo pensaba en liberarse, en escapar de ese pueblo sin futuro y empezar una nueva vida, su vida de artista, en un lugar fabuloso donde la gente acudiría a escuchar sus versos y las editoriales se rifarían sus libros ya traducidos a varios idiomas…Tenía tanto que contar, sabía que él podría hacer avanzar la poesía, así como Picasso supo que Braque le había abierto la puerta hacia el cubismo a principios del siglo pasado y que sólo tenía que tirar del hilo de la creación.
No obstante, sus divagaciones acababan en borracheras en la barra del pub de su barrio, el antro donde todos le conocían por lo que realmente era: un poeta frustrado, un poco amanerado que no se metía con nadie pero que bebía demasiado…Un fracasado que nunca se atrevería a dar el salto.

Hart Crane no pudo vencer a los demonios suicidas que compartían espacio con él en su mente y tampoco Z., que apareció tumbado bajo un árbol del parque de su pueblo en la fría madrugada del 6 de diciembre de 2013 en un lugar insignificante pero con la sonrisa triunfante de haber pasado por fin al otro lado del espejo.

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